Friday, March 02, 2007

¡CUIDADO CON LAS TERMITAS!

Un hombre construyó una casa de madera para su familia. Su mujer la decoró muy bonita, puso jarrones con flores y cortinas muy hermosas en las ventanas. Los niños también cuidaban la casa porque su madre les había dicho que su padre la había hecho con amor para todos ellos, así que la mantenían siempre limpia y confortable. Después de un año de haber ocupado la casa, notaron que algo no andaba bien. Las paredes aparecían carcomidas y también las puertas y marcos de las ventanas. Después de una revisión exhaustiva el padre se dio cuenta con horror que su casa estaba infestada de termitas, lo cual amenazaba su destrucción si no se hacía algo urgente y esto era acabar con ellas cuanto antes. Los Domingos, los cristianos, procuramos asistir a la iglesia bien vestidos y arreglados y no porque nos van a ver los demás... ¿no?, sino porque vamos a la casa de Dios y no podemos ir a la casa de Dios de cualquier manera. También el templo luce reluciente y bien arreglado, las bancas limpias, el piso brillante...en fin, todo listo para alabar al Señor como El merece. Pero ¿estamos tan limpios y relucientes por dentro como lo estamos por fuera, ante el Señor? El mira nuestro interior, no le importa nuestro exterior. Si nos presentamos ante El con un corazón lleno de malos pensamientos, El se da cuenta por muy escondidos que creamos tenerlos. El conoce nuestras acciones y también nuestros pensamientos, "Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos" (Salmos 139:2).Al igual que una casa muy limpia y bien arreglada, pero con termitas entre sus paredes, que no se ven a simple vista, así somos cuando guardamos malos pensamientos. Los demás no los pueden ver, pero Dios sí los puede ver, por más que tratemos de ocultarlos. Los malos pensamientos son como termitas que corroen nuestra alma. Muchas veces creemos que no tenemos ningún mal pensamiento dentro de nosotros y nos sentimos bien santos, pero si a la hora de ofrendar, estamos pensando: "no, mejor me lo guardo para comprarme chicharrones a la salida" o si viendo a la hermana que está adelante, pensamos: "ay, qué feo sweater trae" o si pasa alguien a cantar y desentona, nos decimos para nuestros adentros: "¡uf! que ya termine"...todas esas cosas ¿acaso no son malos pensamientos?. Esa superficialidad no se lleva a la iglesia, ni la lleva en su corazón un cristiano. Es algo que proviene de la carne, "Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu" (Romanos 8:5) Tal vez esas cosas pueden parecernos cosas mínimas, pequeñitas, sin importancia, pero las termitas también son pequeñísimas y pueden acabar con una casa entera. Tenemos que reflexionar en que esos pequeños malos pensamientos crecen y se convierten en pensamientos destructores. Debemos cuidar nuestro corazón de los ataques de malos pensamientos por chiquitos que estos nos parezcan. Debemos cultivar la tolerancia, la comprensión, la generosidad, dejando fuera todo pensamiento negativo hacia los demás. Debemos combatir las termitas de nuestra mente en todo momento. Los malos pensamientos no son "pecaditos chiquitos". Recordemos que cuando el Señor Jesús dijo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón (Mateo 5:28), nos está indicando que pensar mal, es pecado de todos modos.
Tenemos que acabar con las termitas de nuestra mente, impedir que se multipliquen y corroan nuestro corazón. Si estábamos acostumbrados a llegar a la iglesia a fijarnos cómo va vestida esta o aquella para criticar, dejémos de hacerlo, lo que lleva cada quien encima no es importante para Dios, ¿por qué lo ha de ser para nosotros? ; si estábamos acostumbrados a hacernos los desentendidos cuando pasan el alfolí frente a nosotros, pensando gastar lo que traemos en golosinas, pensemos en todo lo que Dios nos da y démosle también a El; si no nos gusta la voz del hermano o hermana que subió a cantar, ¡subamos nosotros si pensamos que lo haríamos mejor!... Dejemos la superficialidad, porque de ella provienen pensamientos vanos. Mejor internémonos en la sabiduría de la Palabra de Dios, que nos hará personas mejores, libres de esas termitas que aun pululan entre las paredes de nuestra alma.

"Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo..."
Zacarías 8:17ª


Angélica García Sch.




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