LA ENCINA SAGRADA
La adoración a la encina sagrada, tuvo su origen, en la antigüedad, en Babilonia.
Lugar en donde este árbol, fue considerado sagrado.
La leyenda antigua consideraba que la noche en que murió Nimrod (el primer poderoso que hubo sobre la tierra, y quien construyó la ciudad de Babel, e inició la construcción de la torre, que lleva el mismo nombre) murió, de un árbol, seco que estaba en el patio de su casa, brotó un retoño, el cual se convirtió en un árbol nuevo, al cual llamaron Tammuz (el retoño de Nimrod), el cual, según la leyenda, llegó a ser el dios del sol y de la vegetación.
Según esta mitología babilónica, la diosa Istar era su amante, pero le fue infiel. Pero el día que Tammuz murió, ella descendió a los mismos infiernos para resucitarlo, en el mes cuarto del calendario hebreo (solsticio de verano), por lo que ese fue el nombre del mes durante el tiempo después del exilio. En el culto a ese dios, la muerte y la resurrección de Tammuz simbolizaban la muerte anual de la vegetación, y su resurrección en la primavera. También representaban la muerte del sol, en el solsticio de invierno, y su resurrección a partir del siguiente día, hasta concluir en el solsticio de verano. Las fiestas se celebraban, primeramente con endechas, para recordar la muerte, y después con alegría, para celebrar la resurrección. Estas fiestas siempre terminaban en bacanales y asquerosas orgías.
Bien, pues el padre Abraham, por haber nacido y haberse criado en Babilonia, estaba familiarizado con este tipo de fiestas paganas e idolatría; pues así es como nos lo describe Jehová: "Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños" (Jos.24:2). Razón por la cual, cuando Dios llamó a Abraham, le mandó abandonar su tierra y su parentela, la cual comulgaba con el paganismo y la idolatría; con el propósito de hacer de él una nación grande y poderosa que le sirviera al único Dios verdadero. El problema fue que, a pesar de que Abraham y su familia salieron de la tierra de Babilonia, las costumbres paganas salieron con ellos. Pues vemos a Abraham, quien estaba acostumbrado a la idolatría babilónica, invocando a su Dios debajo de todo árbol frondoso; al cual conocía solamente como: EL-ELION (El Dios más alto) y como EL-SHADAI (El Dios sustentador; y/o Todopoderoso). Pues esa costumbre de adorar a "La encina sagrada", él la había aprendido allá en Babilonia. En el pasaje de Gn12:6-7 se ha traducido en las versiones modernas: "el valle de More", pero las versiones antiguas traducen: El roble alto de More. Y "More" significa: Maestro. Por lo que los antiguos acostumbraban ir a un árbol a invocar a sus dioses y consultarlos. Esa costumbre pagana siguió a Abraham durante su peregrinar por la tierra de Canaán, de manera que buscaba una encina para levantar un altar y comunicarse con Dios (Gn.13:18; 18:1); ¿Y cuando llegaba a algún lugar desértico…? Bueno, pues allí "… plantó Abraham un árbol tamarisco en Beerseba, e invocó allí el nombre de Jehová Dios eterno." (Gn.21:33). Recordemos que con el nombre de Jehová, fue a Moisés a quien por primera vez se reveló; pero para los patriarcas, nuestro Dios, solamente era el Dios Altísimo, o el Poderosísimo; más alto y poderoso que todos los demás dioses.
Esa costumbre pagana e idolátrica de buscar a Dios debajo de todo árbol frondoso, continuó siendo una tradición de la familia de Abraham. Recordemos que su hijo Isaac se casó con una hija de Nacor, hermano de Abraham, el cual era idólatra (Gen. 24:47). Y el nieto Jacob, se casó con una nieta de Nacor, hija de Labán, a quien Raquel le robó sus dioses. Y esa costumbre de adorar, consultar y encomendarse a la protección de una encina, siguió a la familia de Abraham, pues cuando murió Débora, ama de Rebeca, Jacob la sepultó debajo de una encina que esta en Betel, la cual llamó: la encina del llanto (Gn. 35:8). Y es que la idolatría, las tradiciones y las costumbres paganas son demasiado difíciles de desarraigar; de manera que Dios tardó varias generaciones para poder hacer entender a su pueblo que El es un Dios celoso, y que si queremos sus bendiciones nos es necesario romper con todo aquello que El aborrece.
Cuando Dios liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, el primer mandamiento que les dio, fue el de alejarse de la idolatría, y de toda práctica pagana, que pudiera apartarlos de la adoración al Dios verdadero:
"Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones a donde tu vas… guárdate… no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses…" (Dt.12:29.32).
Sin embargo, fue tan fuerte la influencia de las naciones paganas vecinas, que a menudo el pueblo de Israel adoptó aquellas costumbres y tuvo que sufrir las consecuencias de su desobediencia; a pesar de haberles advertido: "Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…" (Dt.18:9-13). Sin embargo, el pueblo abrazó la idolatría, y volvió a revivir la adoración a la encina sagrada y a todo árbol frondoso, a pesar de la prohibición de: "No plantarás ningún árbol para Asera cerca del altar de Jehová tu Dios" (Dt.16:21). Pero el pueblo abandonó a Dios y sus mandamientos "porque ellos también se edificaron lugares altos, estatuas, e imágenes de Asera, en todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso" (1Rey 14:23). Pecados, tradiciones y costumbres paganas que fácilmente arrastran a los hijos de Dios a practicar cosas semejantes, mostrándolas como fiestas inofensivas; en las cuales, el mismo Salomón, con toda su sabiduría se vio envuelto; y fue la razón por lo cual encendió la ira de Dios (1Rey.11:5-8). El colmo llegó cuando los reyes de Israel, plantaron árboles para Asera, aun en el mismo altar de Dios (2 Cro. 33:2-10). Lo cual fue reprendido por los profetas: "Entonces os avergonzarán las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis" (Is.1:29-30); y fue la causa por la cual Dios los destruyó, pues "sobre las cimas de los montes sacrificaron, e incensaron sobre los collados, debajo de las encinas, álamos y olmos que tuvieren buena sombra; por tanto…" (Os.4:13).
Bien, esta práctica no solo llegó de Babilonia a Canaán, sino que llegó a Europa; y es allí en los países nórdicos, adoradores de Odín, dios de la muerte y las matanzas, que representaron a su dios con una encina sagrada a la cual rendían adoración. Y como el nacimiento de Odín, lo mismo que Tammuz, Bacco, Isis y los demás dioses paganos, coincidía con el nacimiento del sol (solsticio de invierno); los misioneros católicos, al llegar a esas tierras, escogieron la misma fecha y las mismas tradiciones (sincretismo), costumbres y fiestas paganas y abominables a Jehová, para evangelizar los países nórdicos siendo el único cambio en la vida de los "evangelizados", que la fiesta que anteriormente celebraban con una encina, en su adoración a Odín; ahora podrían seguir practicándola, solo que la celebrarían con un pino, en honor del Cristo Rey.
Así es como la adoración a la encina sagrada, ha logrado sobrevivir hasta nuestros días.
Pbro. Miguel De León Flores
1 Comments:
Gracias por tu publicación? Me ayudó a entender un poco mas esta costumbre y la conexión con la navidad. Dios te siga bendiciendo!
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