Wednesday, January 10, 2007

EL QUE LEVANTA MI CABEZA


Este es un salmo escrito por David, cuando huía de su hijo Absalón. Todos hemos de recordar que Absalón fue el tercer hijo de David y de una mujer llamada Maaca, hija del rey de Gesur. El hijo primogénito de David fue Amnón, el segundo Daniel, el tercero Absalón, el cuarto Adonías, todos hijos de diferentes mujeres. El décimo fue Salomón, hijo de Betsabé, la mujer de Urías.
Absalón tenía una hermana llamada Tamar, mujer muy hermosa de la cual se enamoró Amnón, el primogénito de David. Un día Amnón enfermó de amor. Estaba obsesionado por Tamar, su media hermana y le rogó a su padre que le enviara de comer con ella; pero Amnón abusó de ella. Cuando se enteró Absalón, se llenó de ira y determinó matar a su hermano mayor, para vengar así, aquella violación. Después de eso, Absalón tuvo que huir de Jerusalén, y fue a la casa de su abuelo, el rey de Gesur, se refugió allí por tres años, hasta que Joab, general de David intercedió por él.
Absalón era un hombre muy ambicioso y con una gran hambre de poder. Seguramente que durante su estancia en casa de su abuelo materno, fue aconsejado sobre como usurpar el trono de su padre. Ya había matado a su hermano mayor, al heredero del trono, y tal parece que Daniel, su otro hermano, no representaba un rival peligroso. Así que al regresar a la casa de su padre, inició una campaña política muy fuerte, para ganar la simpatía de la nación, y lograr que el pueblo lo apoyara cuando diera su golpe de estado.
Cuando Absalón consiguió la simpatía y apoyo del pueblo de Israel, se levantó en contra de su padre para matarlo y sentarse él en el trono. El rey David, tuvo que abandonar Jerusalén y subir el monte de los olivos descalzo y llorando, porque su hijo y las once tribus del norte lo perseguían para matarlo.
Es en esa situación de dolor y sufrimiento, que David, después de muchos días de tristeza y lágrimas; un día se despierta diferente, con una fuerte convicción de que Dios estaba a su lado, como un poderoso gigante, que defendería su causa, y escribe este maravilloso salmo de confianza en la protección de Dios.
I.- CONFIANZA EN MOMENTOS DE ADVERSIDAD Sal.3:1-2
Cuando estamos buscando a Dios, El puede hacer que tengamos paz aun en medio de la tormenta. Su presencia puede darnos fortaleza en medio de la debilidad; y hacernos compañía en la soledad.
Esa es la maravillosa experiencia que podemos disfrutar en Dios: que El es nuestra salud en medio de la enfermedad, y nuestro sustento en medio de la necesidad.
Lo interesante es que jamás podremos conocer al Dios que sana y provee, más que en la enfermedad y la escasez. Así como al Dios que nos protege y defiende nuestra causa, más que en medio de la adversidad, cuando se multiplican los enemigos y los problemas, más que como los cabellos de la cabeza (Sal.40:12) y cuando todo el mundo declara nuestra derrota (Salmo 41:5-9) La Presencia del Altísimo se manifiesta.
II.- CUALIDADES DE LA PROTECCION DIVINA
A.- JEHOVÁ ES ESCUDO ALREDEDOR NUESTRO.
Hay sin duda muchas clases de escudos: Escudos que cubren solo el corazón, otros solo una parte del cuerpo. Había algunos en la antigüedad, que eran muy pesados y cubrían todo el frente del guerrero: pero Jehová nos promete que El será escudo nuestro en medio de las adversidades. Y no cualquier clase de escudo, no, El será escudo alrededor nuestro, nos cubrirá por el frente, por los lados, por la retaguardia, por todos lados.
Dios sabe proteger y librar de la adversidad a aquellos que moran bajo la sombra de sus alas (Salmo 91:1-13). Porque confiamos en El, promete ser nuestro escudo alrededor nuestro y protegernos de toda adversidad y peligro (Salmo 121).
B.- JEHOVÁ ES NUESTRA GLORIA.
Maradona es la gloria futbolera de los argentinos. Pelé es la gloria futbolera de los Brasileiros. Michael Jordán es la gloria del básquetbol de los Bulls de Chicago. Hay quienes establecen su gloria, metiendo goles, conectando jonrrones, haciendo descubrimientos, ganado batallas, escribiendo poemas, entonando canciones, etc.
La gloria de algunas personas radica en sus riquezas y la de otros en sus posesiones. Algunos tienen su gloria en su fama y popularidad... ¿Y la nuestra? Nuestra gloria está en Jehová de los ejércitos. Cuando repartieron la herencia de la familia de Isaí, David por ser el menor no alcanzó posesiones materiales, pero escribió: Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte (Sal.16:5-6) y también escribió: ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. (Salmo 73:25)
C.- JEHOVÁ ES EL QUE LEVANTA NUESTRA CABEZA
Hay muchas causas y momentos en los cuales nos hemos sentido avergonzados, humillados, tristes, meditabundos, llorando, desanimados, decepcionados, y en cada una de esas circunstancias no queremos ni podemos levantar la vista... Pero sabes que ¡Hay buenas noticias! Jehová desea levantar tu cabeza. Jesús dice: Erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lc. 21:28)
En medio de esta adversidad, y después de muchas noches sin poder dormir, de tristeza, angustia, dolor y quebranto, David puede terminar el salmo y descansar diciendo: Yo me acosté y dormí. Y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente que pusieren sitio contra mí (Sal 3:5-6). Cambió su actitud, porque descubrió que el Todopoderoso estaba con El, y simplemente enfrentó la prueba.
Descubre tú como David, que Dios está contigo y te quiere redimir. Cambia tu actitud frente a las adversidades. Cuenta una historia, que la hija de un cocinero se quejaba con él, acerca de la vida y se lamentaba de que las cosas no le salían bien. Se sentía desfallecer y se iba a dar por vencida. Estaba cansada de luchar y luchar, sin obtener ningún resultado. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó al lugar de trabajo. Allí tomó tres ollas con agua y las colocó en el fuego. Colocó zanahorias en una, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. No dijo una palabra, solo la miraba y le sonreía. La hija esperó impacientemente, pues no entendía. A los 20 minutos el padre apagó el fuego. Sacó los huevos y los colocó en un recipiente, sacó las zanahorias y las puso en un plato y finalmente, colocó el café en un tazón. Mirando a su hija le dijo: Querida ¿Qué ves? "Huevos, zanahorias y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Después le pidió que tomara un huevo y lo rompiera, pero no pudo. Le quitó la cáscara, observó que el huevo estaba duro. Finalmente, le pidió que probara el café, ella sonrió mientras disfrutaba de una exquisita taza de la deliciosa bebida. Sorprendida e intrigada la hija preguntó: ¿Qué significa todo esto, padre?
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: ¡agua hirviendo! Sólo que habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había hecho blanda y fácil de deshacer. Los huevos habían llegado al agua, frágiles, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en el agua hirviendo, se había endurecido. Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua. ¿Cuál de los tres elementos eres tú?
Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes? Le preguntó a su hija. ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la fatalidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? O ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, con un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación o un despido se ha vuelto duro e inflexible? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargada y rígida, con un espíritu y un corazón endurecidos? ¿O eres un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Pero cuando el agua llega al punto máximo de ebullición el café alcanza su mejor sabor y aroma. Ojala logres ser como el grano de café, que cuando las cosas se pongan mal, tú puedas reaccionar en forma positiva, sin dejarte vencer por las circunstancias y hagas que las cosas a tu alrededor ¡mejoren!
Amado hermano, ¿alguna adversidad, problema, enfermedad o enemigos están robándote la paz? Recuerda que El es escudo alrededor tuyo. ¿Te sientes avergonzado, triste y con tu cabeza humillada? Recuerda que El es quien levanta tu cabeza. El es tu gloria y quien desea reivindicar tu vida, si tú se lo permites.

Pbro. Miguel De León

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