Wednesday, May 02, 2007

Estudio: Verdaderamente libres ESCLAVOS DEL ORGULLO Y DEL PREJUICIO


INTRODUCCION
Honestamente, ¿Cómo reaccionamos cuando alguien nos dice que estamos equivocados en nuestras acciones o convicciones? ¿Cómo respondemos a quien señala nuestras fallas? Por lo general, cuando el mensaje que nos llega de los que nos rodean, atenta contra nuestras creencias y estabilidad emocional y espiritual; la mayoría de las veces reaccionamos a la defensiva, ya sea negando o justificando las cosas, para protegernos.
Ese es el tema del cual nos ocuparemos en esta ocasión, pues esa fue la reacción de los judíos ante la afirmación, invitación y promesa de Jesús; quien, cuando se dirigió a la multitud, les declaró que si permanecían en Su Palabra serían verdaderamente sus discípulos; y que conocerían la verdad, la cual les haría libres. Inmediatamente hubo reacciones de protesta: "Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?" (8:31-33).
¿Cuál es la razón por la cual reaccionamos de esta manera?
El problema de los judíos era que tenían grabado en sus mentes y corazones "su propia verdad", que por tantos años habían creído y repetido; al grado de que los cegaba e impedía reconocer y entender la "verdadera Verdad" que Cristo deseaba revelarles. Esto podemos ilustrarlo muy bien con el siguiente hecho histórico:
El gran filósofo Aristóteles, enseñó que los objetos pesados caen a tierra más rápido que los livianos. Debido a que era uno de los grandes pensadores de todos los tiempos, la gente le creyó. Finalmente, cuando ya Aristóteles había muerto, dos mil años más tarde, Galileo convocó a eruditos profesores para que se reunieran en la base de la Torre de Pisa. Luego subió a lo alto y, al mismo tiempo dejó caer un objeto de diez libras y uno de una libra. Ante la admiración de todos, ambos llegaron a tierra al mismo tiempo. Sin embargo, el poder de la creencia en la sabiduría convencional era tan fuerte, que los profesores rehusaron creer lo que habían visto. Rechazaron el experimento de Galileo, e insistieron en que Aristóteles tenía razón. La fuerza de su creencia en lo que se les había enseñado no les permitió admitir que estaban equivocados. En vez de aceptar la verdad, persistieron en seguir creyendo una enseñanza errónea.
Y es que lo que uno está dispuesto a creer, tiene un enorme potencial, que influyen nuestra vida para bien o para mal. Desgraciadamente, muchas personas han recibido educación equivocada, y por ello, creen equivocadamente, y se aferran a sus convicciones de tal manera, que prefieren mantenerse equivocados que admitir su error y cambiar.
Sé muy bien que es una perogrullada, es decir, algo muy bien sabido de todos, y hasta necio tener que decirlo, que una mentira, a pesar de que la repitamos un millón de veces; y hagamos que otro millón de personas lo repitan, no dejará de ser una mentira. Desgraciadamente, diariamente nos encontramos con personas que creen mentiras y las repiten tantas veces, que sus mentes han llegado a creer esas mentiras, lo cual les impiden poder oír, ver y creer la verdad de Cristo que es la única que puede hacerles verdaderamente libres.
¿Qué fue lo que les ofendió tanto a los judíos?
Las palabras que ofendieron a los judíos, Jesús estaba dirigiéndolas a los que se suponía que habían creído en Él. Y es de suponer también, que creer en Cristo es creerle a Él; es decir, creer también a Su Palabra. Por ello Jesús les dijo a los judíos que habían creído en Él que creer Su Palabra y permanecer en ella era un requisito indispensable para ser un verdadero discípulo; y que un verdadero discípulo es aquel que puede profundizar su experiencia espiritual hasta el grado de conocer la verdad, esa verdad que puede hacerle verdaderamente libre.
Sin embargo, la reacción de aquellos supuestos nuevos creyentes, dejó en evidencia que su fe era demasiado superficial y hasta fingida, pues unos minutos más tarde, los mismos que habían creído en Él, tomaban piedras para lapidarlo (8:59). Ahora, ¿Por qué se ofendieron estos nuevos "aspirantes a discípulos", ante las instrucciones del Maestro? La reacción de los judíos puso en evidencia, que tenían un grave problema con su orgullo y sus prejuicios; pues se ofendieron ante la insinuación de que no eran libres. Su orgullo era ser descendientes de Abraham, y como tales sentían que tenían una posición superior a la de cualquier otro pueblo; pasando por alto, en este caso, como si no viniese al caso, su servidumbre ante Roma. Con ello, podemos observar, de manera objetiva, de lo que es capaz de hacer el orgullo y el prejuicio en la mente del ser humano: capaz de cegar el entendimiento y atrofiar la razón.
Ante la reacción de aquellos nuevos aspirantes a ser sus discípulos, Jesús les reitera su posición: "De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (8:34-36).
Jesús afirma que la servidumbre abarca mucho más que las simples relaciones externas del ser humano: quien practica el pecado, esclavo es del pecado. Y solamente aquel que es hijo puede permanecer en la casa para siempre; el que es esclavo tendrá que abandonar la casa. Y esto, Jesús lo dice en alusión al caso de Abraham con Sara y Agar, y sus hijos: Isaac e Ismael, de los cuales hablamos en el estudio anterior. Isaac, siendo un tipo de Jesús; como el verdadero Hijo del Padre, lleno de gracia, amor, misericordia y mansedumbre; permanecerá en la casa para siempre. Mientras que Ismael, el cual tipifica a todos aquellos que viven bajo la servidumbre del pecado, la ira, el enojo y el resentimiento; los cuales, por más que sean hijos de Abraham, tarde que temprano tendrán que abandonar la casa, e irse.
Aquellos judíos, a pesar de haber creído en Jesús, continuaban siendo esclavos del orgullo y los prejuicios que encubrían, bajo la apariencia de ser hijos de Abraham, el verdadero espíritu que controlaba su corazón: querían matar a Jesús. De manera que Jesús no cuestiona en ningún momento el que ellos sean hijos de Abraham; al contrario, está dispuesto a reconocer que lo son de manera ordinaria; pero les pone en descubierto que aquel antagonismo que manifestaban a Jesús, en quien decían creer, ponía en evidencia que no eran hijos de Abraham en lo espiritual. Porque el corazón de Abraham siempre se caracterizó por su humildad, fe y obediencia; mientras que el corazón de ellos se caracterizaba por su soberbia, incredulidad, desobediencia; y algo peor: procuraban matarlo (8:37, 40, 44,59). Así que les declara que quien verdaderamente inspiraba sus corazones, no era el espíritu de Abraham; sino un espíritu, cuya identidad siniestra pronto les sería revelada por el Maestro: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira" (Juan 8:44).
Jesús hace una clara, firme y muy fuerte declaración a aquellos judíos, que a pesar de haber creído en Jesús y sentirse orgullosos de ser hijos de Abraham, al ser confrontados con la verdad, que ponía al descubierto aquellas escondidas y negras intenciones de sus corazones; prefieren esconderse tras la coraza de sus prejuicios y orgullo, y hacer uso de la negación; antes que reconocer su situación y permitir que la verdad de Jesús revelara a sus vidas aquellas áreas en las cuales ellos deberían ser verdaderamente libres.
ORACION: "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno". (Sal.139:23-24).
Porque "¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos". (Sal 19:12).
Pbro. Miguel De León

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