LA MESA DEL SEÑOR
LA MESA DEL SEÑOR
Pbro. Miguel De León
La mesa del Señor, Cena del Señor, Comunión o Eucaristía (Acción de Gracias), la celebramos para recordar la muerte de nuestro Señor Jesucristo, la unidad del Cuerpo de Cristo que es su iglesia y la reiterada fe en la pronta venida de nuestro Salvador. Y debemos participar de ella dignamente discerniendo el cuerpo de Jesús. Por lo cual deseo compartir con ustedes el origen de este sacramento, la naturaleza del mismo, el espíritu con el cual debemos practicarlo y la bendición de participar del mismo. Iniciemos hablando del ORIGEN; En el año 1,500 a.c. el pueblo de Israel se encontraba esclavizado en Egipto, bajo el severo yugo de Faraón. Jehová levanto a Moisés para liberar a su pueblo y a través de su mano les envió 10 plagas a los egipcios para que dejaran libres al pueblo. La última plaga era la muerte de los primogénitos, y le encargo a los israelitas que hicieran un sacrificio de un cordero macho de un año, sin defecto, el cual seria preparado desde el día 10 e inmolado el día 14. La sangre se pondría sobre los postes de las casas, los dinteles de las puertas, y comerían la carne asada al fuego, con panes sin levadura, ceñidos los lomos. Esa noche, saldrían libres y llenos de las riquezas de Egipto. De tal manera que a partir de ese año, el pueblo debería celebrar perpetuamente esta ceremonia, por todas las generaciones.
Ese mismo día, 1500 años después, Jesús celebró con sus discípulos la Pascua y les mostró la importancia de esa celebración al decir: "Cuanto he deseado comer con ustedes esta pascua antes de que padezca". Les dio órdenes precisas a sus discípulos en cuanto a la preparación de la cena. Llego el día en que era necesario sacrificar el cordero de la pascua y Jesús envió a Pedro y a Juan a prepararlo. Y cando llego la hora se sentó a la mesa con sus apóstoles y compartió el pan y el vino, y les dijo: "De cierto os digo que no beberé mas del fruto de la vid hasta que lo haga en el reino de los cielos" y les pidió que cada vez que comieran el pan y bebieran la copa, lo hicieran en memoria de El. (Lucas 22 y marcos 14:25).
La NATURALEZA de la Pascua como de la comunión, es como su nombre lo indica: Una Cena o comida, en donde todos los participantes comparten en comunión y armonía los sagrados alimentos.
Vivimos en una época en la cual se ha condenado tanto la obesidad, que el simple hecho de hablar de comida a algunas personas les hace sentir culpables. Los más espirituales, piensan que la comida es algo poco espiritual, y más tendencioso a lo carnal. Ideas, que se nos han inculcado y textos mal entendidos, como el de que el "reino de Dios no consiste en comida o en bebida", han hecho que los cristianos solamente comulguemos en la fe, lo espiritual, las oraciones, las alabanzas y la Palabra de Dios; y pensemos que todo lo que tenga que ver con alimentar la carne, es pecaminoso, o al menos algo que no reviste la importancia necesaria como para dedicarle nuestro tiempo y atención. Sin embargo, hoy deseo resaltar la importancia de la mesa del Señor en su presentación original.
Es muy interesante observar que en Egipto, cuando las fuerzas de las tinieblas estaban oprimiendo y resistiendo la liberación del pueblo de Dios; cuando Moisés enfrento a Faraón y este endurecido no los dejaba partir; cuando los cuadrilleros azotaron duramente a los israelitas y estos parecía que habían perdido la esperanza de mejorar su condición de vida, Dios no manda al pueblo hacer una velada de oración o una cadena de ayuno, sino una cena de celebración, en la cual se reunirían las familias para compartir la Pascua, unión que seria recompensada por una gloriosa bendición.
Y más relevante aun, me parece observar que la noche en que Cristo iba a ser traicionado, apresado, condenado y muerto. Noche en la que El mismo declaró que esa era la hora de las tinieblas, ¿Que fue lo que hizo con sus discípulos? Celebrar e instituir una cena gloriosa, a través de la cual pudiésemos recordar su muerte, nos mantuviéramos unidos y recordásemos su segunda venida.
Ya, ya se que algunos estarán pensando que estoy rebajando las verdades del evangelio al precio de un plato de lentejas, pero para nada, solo deseo hacerte ver la bendición de Dios al compartir su Santa Mesa. ¡Basten los siguientes tres ejemplos para ilustrar esta enseñanza! En Génesis 18, Jehová se le apareció a Abraham. El recibió a los tres varones con vestiduras blancas, con un banquete, allí se le anuncio el nacimiento de Isaac. Jacob recibió la bendición de su padre al preparar y compartir dos banquetes, uno para Esaú y otro para su padre. Cuando Samuel ungió al primer (Saúl) y segundo rey de Israel (David), les preparo un banquete.
Ahora, ¿cual es el ESPIRITU que debe reinar en esta celebración? Recuerda que en esta celebración; la bendición no radica en el banquete, la mesa, ni los alimentos que se sirven, sino en el espíritu con el cual se comparte y se convive en la mesa del Señor. De manera que en la mesa debemos reunirnos para lo mejor (1 Corintios 11:17). Eucaristía. Cristo bendice los alimentos cada vez que participamos del pan (Lucas 24:30, Juan 21:9, 6:11). En un banquete se cultiva la unidad, el compañerismo y la amistad (1 Corintios 11:17-22); razón por lo cual dice Pablo que hay personas con las cuales ni aun comamos, pues al sentarnos a la mesa con una persona estamos cultivando la unidad, la comunión y estamos participando de una misma fe y amor. El hogar es el mejor lugar que debemos procurar para fomentar la unidad. Desgraciadamente vivimos en un mundo de apuros donde no coincidimos con los horarios, pero debemos procurar el momento oportuno para sentarnos unidos a la mesa todos juntos, tomarnos las manos y orar a Dios, agradeciéndole la oportunidad de estar unidos como familia. En la mesa podemos fomentar y cultivar esta unidad, en donde Dios envía bendición y vida eterna.
Es tan importante el espíritu con el cual compartimos los alimentos, que en ese acto se encierran MALDICIONES Y BENDICIONES; ¿Recuerdas a la primera pareja no tuvo comunión en la comida? Eva no espero a Adán y, por ello, cosecharon la muerte. Los Corintios estaban divididos y se menospreciaban cuando se sentaban a comer, por eso, algunos estaban: enfermos, debilitados y otros muertos. Por un alimento comido indignamente Esaú perdió su primogenitura. Pero, por otro lado, en el libro de los Hechos leemos que la iglesia primitiva, por compartir los alimentos en el templo y en las casas, y al comer con alegría y sencillez de corazón; la iglesia fue fortalecida; de manera que Dios derramo sobre ellos Su bendición, milagros y sanidades, y lo mas importante, es que cada día se añadían los que habían de ser salvos
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