pag. pastoral AMOR PLATONICO 2a parte
AMOR PLATONICO
Pbro. Miguel De León Flores
En el artículo anterior hablamos de la primera parte del libro del Cantar de los cantares; dijimos, que es un poema de amor escrito por el rey Salomón, el cual estaba enamorado de Abisag, sunamita (1 Reyes 1:3), una joven virgen y la más hermosa del reino que fue llevada al rey David en su vejez, para que abrigara sus pies, y le sirviera, pero él nunca la conoció. También dijimos que esta sunamita, fue la musa que inspiró a Salomón a escribir este hermoso poema de amor, el cual está dividido en 4 partes importantes, como cuatro escenas de una obra de teatro. Cada una de las cuales inician con una alabanza a la mujer amada, o al amado; y culminan con un conjuro: "Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar el amor hasta que quiera". (2:7; 3:5; 5:8; 8:4).
"EL AMOR CULTIVADO" (1:1 - 2:7)
Así titulé a la primera escena,; en el cual se resalta el amor que se cultiva, alimenta y fortalece, con palabras bonitas, suaves y románticas. Como las palabras de ella: "¡Oh, si él me besara con besos de su boca! porque mejores son tus amores que el vino" (1:2). Y los piropos del marido a su esposa: "A yegua de carros de Faraón te he comparado amiga mía". "Hermosas son tus mejillas, tu cuello…" "Tú eres hermosa…" (1:15). Y ella responde (1:16) "Tú eres hermoso amado mío…" Ella es única para él, y él es único y señalado entre diez mil para ella. Y termina la escena con el conjuro: "No despertéis, ni hagáis velar al amor hasta que quiera". No lo despiertes, porque es un lindo sueño estar enamorados. Ni lo hagan velar, es decir: no te hagas del rogar.
"UN AMOR DESCUIDADO" (2:8-3:5)
Es lo que encontramos en el segundo episodio, en donde vemos a la sunamita reconocer: "Me pusieron a guardar las viñas y mi viña, que era mía, no guardé" (1:6). Y el consejo: "Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas que echan a perder las viñas" (2:15). Pues son esos pequeños detalles y descuidos, los que echan a perder el romance y la armonía familiar. Aquí, vemos al enamorado que viene a buscarla, gozoso, brincando y saltando sobre los montes; sin embargo (2:9) lo dejan afuera mirando por la ventana; (2:10) y a pesar de que el amado le habla, la llama y la desea (14); ella está indispuesta (2: 13), acostada, callada y enojada (2:14); y le abrirá hasta que quiera (2:17). El problema es que cuando se decidió (3:1) ya no lo encuentra. Y lo bueno es que tiene un final feliz: lo encuentra. Y la escena se cierra con el mismo conjuro: No descuides el amor, no lo despertéis, ni lo hagáis sufrir hasta que quieras.
"EL AMOR PERDIDO" (3:6-5:8)
Es como llamo a la tercera escena, e inicia hablando del cortejo de bodas de Salomón, el cual viaja en su carroza construida con "madera del Líbano, columnas de plata, su respaldo de oro, su asiento de grana y su interior recamado de amor" (3:10) y hay un llamado para que salgan a ver al rey Salomón y la corona con que fue coronado el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón (3:11). La corona que Salomón deseaba lucir ante todo el mundo era su esposa; pues él mismo dice: "La mujer virtuosa es corona de su marido" (Proverbios 12:4). Y todo el capítulo cuatro lo dedica para alabar a su esposa, esa hermosa corona de oro que prendió su corazón y lo apresó con uno de sus ojos, y con una gargantilla de su cuello; y la alaba diciéndole: "¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especies aromáticas!" (4:9-10).
El problema surge cuando una noche llega a su casa, y lleno de amor llama a su amada: "Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche" (5:2). Pero ella está dormida, y aunque su corazón está velando, no tiene ganas de despertarse y atender a la voz de su amado; al contrario replica: "Ya me desnudé, ¿Cómo me he de vestir? Ya lavé mis pies, ¿Cómo los he de ensuciar?
Sin embargo el amado desea tanto a su amada, que inútilmente intenta convencerla de que le abra la puerta. Ella se conmueve al verlo meter la mano por la ventanilla, intentando alcanzar el cerrojo, pero todo es en vano. Pero cuando al fin, ella decide atenderlo, a pesar de que sus manos goteaban mirra, y sus dedos mirra que corría sobre la manecilla del cerrojo; fue demasiado tarde: "Abrí a mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado" (5:6).
¡Ay, amigos! Por ello la Biblia dice que la mujer sabia edifica la casa, mas la necia con sus manos la destruye. El no haber atendido a esas "pequeñas zorras que echan a perder la mies"; esos pequeños detalles y descuidos, como lo son el rechazo, la apatía, la indiferencia; el despertar el amor de su sueño o hacerlo rogar y sufrir hasta que queremos, puede ser demasiado peligroso y fatal para el romance y la vida matrimonial. En la segunda escena vimos que durante la noche, cuando la amada busca en su lecho al amado y no lo encuentra, se levanta y va a buscarlo; y al no encontrarlo, rodea la ciudad, lo busca por las calles, pregunta a los guardas de la ciudad, y al fin lo encuentra, lo toma y no lo deja, hasta que lo lleva de nuevo a su casa (3:1-4). El problema es que en esta ocasión, ella nuevamente sale en busca de su amado, lo busca pero ya no lo encuentra; lo llama, pero ahora ya no hay respuesta. La encuentran los que guardan la ciudad y ya no la respetan, la golpean y la hieren, y le quitan el manto que llevaba encima. Mientras ella era la amada del amado, era respetada por el pueblo; pero cuando dejó de ser la amada, nadie la respetó, perdió la protección, quedó desamparada y expuesta a los peligros de la noche.
Amados amigos, en esta tercera escena, podemos ver reflejada la triste historia de miles y miles de matrimonios cuyas vidas han sido destruidas por Satanás al descuidar los pequeños detalles, que pueden hacer sólido o devastar una relación conyugal.
Pero también puedo ver ilustrada la relación espiritual que debemos tener con aquel que verdaderamente ama nuestra alma, el cual con palabras de amor y ternura continuamente está llamando al corazón para que le abramos la puerta; mientras nosotros estamos indiferentes, ocupados en tantos quehaceres de la vida.
Amado amigo, la Biblia nos dice: Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado; llamadle en tanto que está cercano" (Is.55:6); no sea que el día que nos animemos a buscarlos nos acontezca lo que a la Sunamita, y sea demasiado tarde.
Hoy es el día de salvación, si escuchas hoy Su voz no hagas duro tu corazón, ábrele a El la puerta; pues Jesucristo es el que ama tu alma.
CONTINUARA
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