BUEN APETITO
Algo que a todos nos gusta, es comer, lamentablemente muchos, no sabemos hacerlo bien. Elegir el menú, la porción y hasta el horario para consumirlo, es importante. Los malos hábitos, comer por comer y darle duro a la comida “chatarra” afectan terriblemente nuestro cuerpo.
¿Sabías que el 90%, o más, de todo los padecimientos conocidos por la humanidad se deben a la malnutrición, por defecto o por exceso? Pues nuestro cuerpo debe recibir diariamente un determinado numero de componentes especiales, para mantenerlo saludable.
Hay un dicho muy conocido: “somos lo que comemos”, y si lo analizamos bien, ¡es cierto! Lo que comemos dicta nuestra salud, nuestro peso, nuestra apariencia, nuestro humor, nuestro vigor, etc. y en la elección de nuestra comida, se dejan ver nuestros gustos y hasta nuestros propósitos. Comer, no es un pecado, lo convertimos en pecado, cuando no comemos bien.
Hay quienes se cuidan demasiado, y se pierden la bendición de saborear los placeres de la comida; otros, están tan enfermos, que no pueden disfrutarla, no se les antoja. Una gran mayoría, abusa de la comida, pero hay gente, que tiene el gusto de comer para vivir, y como lo quiere hacer bien, come balanceado.
Nuestro cuerpo no solo se alimenta de pan, pues también el espíritu, necesita comer. “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”. Juan 6:27. Este versículo nos habla de 2 clases de comida que puede ingerir el hombre: una comida física para el cuerpo, lo cual perece, pues, debes reponerla y consumirla día tras día, y la comida espiritual que permanece para vida eterna. Y el único autorizado para dar esta comida espiritual es Cristo, quien dice: “Yo soy el pan de vida, el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”.
El enemigo tiene un gran menú, y ha hecho que el mundo pierda el control de su alimentación espiritual, pues se dejan llevar por el sabor, la variedad y el colorido, sin darse cuenta que es un alimento peligroso, que el placer es momentáneo y que su fin, será enfermedad y muerte espiritual.
¿De dónde te estás alimentando tú? Sabemos que el verdadero pan, el pan del cielo está en Jesucristo, pero saber no es suficiente, hay que comer y nutrirnos de Su Palabra. Cuanta gente tiene conocimiento de menús de nutrición excelentes; o cuando menos sabe lo que es provechoso comer y lo que no debe incluir en su dieta, pero sigue comiendo comida chatarra, aunque su cuerpo lo esté resintiendo.
Comer debe ser un placer, y hacerlo bien, debe ser mejor, porque no solo lo sentirás en el momento de comer, sino lo verás reflejado en toda tu vida. Jesucristo, es el mejor alimento, si ya lo aprobaste, querrás seguir alimentándote de El.
Escuchar la Palabra de Dios, debiera ser un deleite y una necesidad para nosotros, así como almorzar, comer y cenar, nuestra comida favorita. Recuerda, que cuando un alimento nos gusta, queremos comerlo a todas horas, y cuando no se nos apetece, es señal de que algo anda mal, estamos enfermos o con problemas. Las evidencias espirituales más notables, son: no querer escuchar la Palabra, por eso la distracción a la hora del sermón y la salida temprano de la iglesia, y la otra cosa, no leer la Biblia, a ninguna hora y en ningún lugar. La comida espiritual, no es aburrida, es variada, así como el pollo, la carne y el pescado, se pueden servir de muchas maneras, la Palabra de Dios es expuesta de diferentes maneras, por sus siervos y por los medios de comunicación.
Si has perdido el apetito por la Palabra de Dios; si por algún motivo, combinaste tu alimentación (el mundo y Dios), si te has desordenando al dejarte llevar por los atractivos platillos del diablo, quizás te cuesta trabajo reconocer que estás enfermo (en pecado), o desnutrido (sin conocimiento), porque no has puesto atención a las señales de alerta que tu mismo cuerpo trasmite, recapacita. También tu espíritu está sufriendo las consecuencias. Si quieres sentirte y verte bien, necesitas alimentarte bien, esto es de Cristo.
Marisa Valle
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