CUANDO SE ABANDONA EL HOGAR
CUANDO SE ABANDONA EL HOGAR
A veces me invade la nostalgia, y vienen a mi mente los recuerdos del hogar. Cuando se abandona el hogar paterno, por lo general, vas llena de ilusiones, sintiendo que el mundo es tuyo, pero todo cambia cuando se presentan los problemas y no sabes que hacer con ellos. Te das cuenta que papá y mamá, ya no están para ayudarte, que es tiempo de poner en práctica sus enseñanzas, pero sobre todo, que necesitas aferrarte desesperadamente a Dios para no caer en las tentaciones. Creo que los que han dejado el hogar, ya sea por estudios o trabajo, saben lo que quiero decir. Es tan fácil apartarse de Dios, porque son muchas las tentaciones que se te presentan. Algunos se sienten “muy espirituales” y hacen contacto con el mundo. Otros, se apartan de El, buscando solución a sus problemas y necesidades en otro lado.
Para mi, el asistir a una escuela de gente adinerada, no fue fácil. Veía a mis compañeros conducir los carros de lujo de sus papás y presumir la ropa de marca, que les compraban. Y yo no podía competir con ellos, y me parecía un crimen usar la misma ropa dos veces a la semana. Mi familia era de cinco y de un presupuesto muy limitado, pero aún sabiendo eso, no me detenía para pedirles constantemente a mis padres, ropa nueva. Mi madre fruncía el ceño y me preguntaba: ¿Realmente la necesitas?, y mi respuesta era ¡si! y me llevaba de compras. Mamá esperaba fuera del vestidor, mientras yo me probaba la ropa más bonita que nuestro presupuesto nos permitía comprar. Fueron muchas las salidas como ésta, realmente innecesarias, pero mi madre me acompañaba sin reclamar. Ella solo miraba, pero nunca se probaba nada.
Una vez, después de las compras, me probé uno de mis trajes nuevos y me puse frente al espejo del dormitorio para modelarles a mis papás; pero mientras decidía con que zapatos combinar el traje, miré el armario de ellos, y empecé a llorar. El armario estaba entreabierto y solo podía ver colgadas, tres blusas de mamá. Estaban viejas y desteñidas, se las había puesto incontables veces. Abrí el armario, y del otro lado estaban las camisas de trabajo de mi padre, eran años los que llevaba poniéndoselas. No recuerdo haberlos visto comprar algo para ellos, aunque tenían más necesidad que yo.
En ese momento, mis ojos se abrieron, y pude percatarme de los años de sacrificio de mis padres, sacrificios que me mostraron su amor de una manera más hermosa que cualquier palabra dicha. Es digno resaltar las demostraciones de afecto y alegría de nuestros padres.
Un día, los ojos de mi papá se estremecieron evocando su infancia y reprimiendo las lágrimas, me dijo: “Estudiar es bueno, cuando acabes de estudiar, tendrás una vida mejor que la mía”; ahora que me recibí, sus lágrimas son de felicidad. Mi madre es mi mejor amiga, y ella hizo todo lo posible por animarme a terminar mi carrera, ¿cómo? No lo sé, como todas las madres, solo ellas conocen sus tácticas.
Recuerda, todos podemos alcanzar lo que nos proponemos. Mientras estamos aquí en la tierra, el deseo de nuestro corazón se refleja en los ojos, y no importa que seas débil, si eres lo suficientemente sabio como para refugiarte en Dios.
Sé agradecido con tus padres y con Dios, y aprende esto: El secreto para resolver todos nuestros problemas está en Dios.
Aunque te vayas a una ciudad con diferente cultura, idioma y forma de vivir, no dejes que los afanes cierren tus oídos. Dice su Palabra en Eclesiastés 3:1, “Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo”. Aparta tiempo para hablar con Dios, para recordar los dichos de Su boca, para no pecar. Dios habla con los que disponen de su tiempo para escuchar Su Palabra.
Colaboración: Hna. Martha Mercado
A veces me invade la nostalgia, y vienen a mi mente los recuerdos del hogar. Cuando se abandona el hogar paterno, por lo general, vas llena de ilusiones, sintiendo que el mundo es tuyo, pero todo cambia cuando se presentan los problemas y no sabes que hacer con ellos. Te das cuenta que papá y mamá, ya no están para ayudarte, que es tiempo de poner en práctica sus enseñanzas, pero sobre todo, que necesitas aferrarte desesperadamente a Dios para no caer en las tentaciones. Creo que los que han dejado el hogar, ya sea por estudios o trabajo, saben lo que quiero decir. Es tan fácil apartarse de Dios, porque son muchas las tentaciones que se te presentan. Algunos se sienten “muy espirituales” y hacen contacto con el mundo. Otros, se apartan de El, buscando solución a sus problemas y necesidades en otro lado.
Para mi, el asistir a una escuela de gente adinerada, no fue fácil. Veía a mis compañeros conducir los carros de lujo de sus papás y presumir la ropa de marca, que les compraban. Y yo no podía competir con ellos, y me parecía un crimen usar la misma ropa dos veces a la semana. Mi familia era de cinco y de un presupuesto muy limitado, pero aún sabiendo eso, no me detenía para pedirles constantemente a mis padres, ropa nueva. Mi madre fruncía el ceño y me preguntaba: ¿Realmente la necesitas?, y mi respuesta era ¡si! y me llevaba de compras. Mamá esperaba fuera del vestidor, mientras yo me probaba la ropa más bonita que nuestro presupuesto nos permitía comprar. Fueron muchas las salidas como ésta, realmente innecesarias, pero mi madre me acompañaba sin reclamar. Ella solo miraba, pero nunca se probaba nada.
Una vez, después de las compras, me probé uno de mis trajes nuevos y me puse frente al espejo del dormitorio para modelarles a mis papás; pero mientras decidía con que zapatos combinar el traje, miré el armario de ellos, y empecé a llorar. El armario estaba entreabierto y solo podía ver colgadas, tres blusas de mamá. Estaban viejas y desteñidas, se las había puesto incontables veces. Abrí el armario, y del otro lado estaban las camisas de trabajo de mi padre, eran años los que llevaba poniéndoselas. No recuerdo haberlos visto comprar algo para ellos, aunque tenían más necesidad que yo.
En ese momento, mis ojos se abrieron, y pude percatarme de los años de sacrificio de mis padres, sacrificios que me mostraron su amor de una manera más hermosa que cualquier palabra dicha. Es digno resaltar las demostraciones de afecto y alegría de nuestros padres.
Un día, los ojos de mi papá se estremecieron evocando su infancia y reprimiendo las lágrimas, me dijo: “Estudiar es bueno, cuando acabes de estudiar, tendrás una vida mejor que la mía”; ahora que me recibí, sus lágrimas son de felicidad. Mi madre es mi mejor amiga, y ella hizo todo lo posible por animarme a terminar mi carrera, ¿cómo? No lo sé, como todas las madres, solo ellas conocen sus tácticas.
Recuerda, todos podemos alcanzar lo que nos proponemos. Mientras estamos aquí en la tierra, el deseo de nuestro corazón se refleja en los ojos, y no importa que seas débil, si eres lo suficientemente sabio como para refugiarte en Dios.
Sé agradecido con tus padres y con Dios, y aprende esto: El secreto para resolver todos nuestros problemas está en Dios.
Aunque te vayas a una ciudad con diferente cultura, idioma y forma de vivir, no dejes que los afanes cierren tus oídos. Dice su Palabra en Eclesiastés 3:1, “Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo”. Aparta tiempo para hablar con Dios, para recordar los dichos de Su boca, para no pecar. Dios habla con los que disponen de su tiempo para escuchar Su Palabra.
Colaboración: Hna. Martha Mercado
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