CUANDO TRES NO SON MULTITUD
Es muy conocido el dicho: "Dos son compañía, tres son multitud". Se suele decir esto cuando una pareja no quiere que nadie intervenga en su vida. Pero en el caso de la pareja cristiana, cuando hay una tercera presencia, la cual es la presencia de Dios, es cuando la pareja funciona mejor.
La presencia de Dios es necesaria para la pareja desde que se conocen, hasta y durante el matrimonio. Antes, para que el hombre y la mujer, no tomen la importante decisión de casarse, sin antes haberlo consultado con El. Después del matrimonio, siendo Cristo la cabeza del hogar, las dificultades de la vida de casados podrán ser resueltas con la sabiduría de Dios y no con la humana, que está propensa a equivocarse y a dejarse llevar por las emociones.
Durante la vida matrimonial, marido y mujer se irán dando cuenta de que no todo era color de rosa, como al principio, pero tendrán en quien afirmarse cuando se sientan desfallecer. Vendrán problemas económicos, de trabajo, de hijos, etc. lo que significa a veces que la relación de pareja se tambaleé, pero ahí estará esa tercera presencia que será el pilar donde se podrán apoyar ambos.
Los problemas económicos son causa común de divorcio en el mundo, pues sin Dios, es fácil desesperarse y no encontrar la salida. No existe la esperanza en esa tercera presencia. En el matrimonio cristiano, que pasa por dificultades económicas, prevalece la confianza en que El proveerá y no los dejará ni abandonará.
Si llegase a faltar el trabajo, el hombre y la mujer cristianos saben que será porque Dios les tiene un trabajo mejor. Por lo tanto, esto no será motivo de discusión, sino que será motivo de esperar en Dios. En cuanto a los hijos, siendo la Palabra de Dios la guía de vida para los padres, los hijos serán criados con sabiduría. Se ha comprobado, a través de estudios sociológicos, que los hijos de padres que asisten a la iglesia se desarrollan mejor, tienen mejor conducta, autocontrol y son más cooperadores.
Cuando la presencia de Dios es ignorada en un hogar, a la menor dificultad, hay discusiones, gritos, insultos, entonces Dios se va al último cuarto. El es sinónimo de amor, paz y armonía. La pareja que tiene los dones espirituales de Dios, tiene autodominio, tiene templanza, tiene paciencia y sobretodo tiene amor, el cual cubre todas las faltas. Con el amor de Dios, hay comprensión y tolerancia. Podrán tener diferencia de opiniones, pero éstas se resolverán, hasta llegar a un acuerdo y no habrá el deseo de reñir y menos de insultarse.
El hombre y la mujer cristianos, unidos en pareja, saben cuál es su rol dentro del matrimonio. Muchos matrimonios fracasan actualmente a causa de que alguno de los dos, o los dos, se salen de su rol o quieren dominar al otro. En el matrimonio, ambos tienen los mismos derechos, pero cada uno tiene obligaciones diferentes. En estos tiempos, la mujer se ha salido un poco de su rol, al trabajar a la par que el hombre, dejando a los hijos al cuidado de manos ajenas. En muchos casos, debido a la situación económica, esto es necesario, lamentablemente. Las estadísticas mundiales, muestran el incremento de divorcios que se ha producido, desde que esto ocurre. Esto dice mucho. Pero si las parejas, en donde tienen que trabajar los dos, tienen a esa tercera presencia en casa, estarán confiados y su matrimonio se mantendrá firme.
Nadie puede decir que una pareja cristiana no va a tener problemas en su matrimonio, los tendrá, pero con el Señor sentado a la cabecera de la mesa, todas sus comidas les sabrán a gloria. No habrá invitado más leal, discreto, respetuoso y dispuesto a ayudarlos que El.
"Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia". Hechos 2:28
La presencia de Dios es necesaria para la pareja desde que se conocen, hasta y durante el matrimonio. Antes, para que el hombre y la mujer, no tomen la importante decisión de casarse, sin antes haberlo consultado con El. Después del matrimonio, siendo Cristo la cabeza del hogar, las dificultades de la vida de casados podrán ser resueltas con la sabiduría de Dios y no con la humana, que está propensa a equivocarse y a dejarse llevar por las emociones.
Durante la vida matrimonial, marido y mujer se irán dando cuenta de que no todo era color de rosa, como al principio, pero tendrán en quien afirmarse cuando se sientan desfallecer. Vendrán problemas económicos, de trabajo, de hijos, etc. lo que significa a veces que la relación de pareja se tambaleé, pero ahí estará esa tercera presencia que será el pilar donde se podrán apoyar ambos.
Los problemas económicos son causa común de divorcio en el mundo, pues sin Dios, es fácil desesperarse y no encontrar la salida. No existe la esperanza en esa tercera presencia. En el matrimonio cristiano, que pasa por dificultades económicas, prevalece la confianza en que El proveerá y no los dejará ni abandonará.
Si llegase a faltar el trabajo, el hombre y la mujer cristianos saben que será porque Dios les tiene un trabajo mejor. Por lo tanto, esto no será motivo de discusión, sino que será motivo de esperar en Dios. En cuanto a los hijos, siendo la Palabra de Dios la guía de vida para los padres, los hijos serán criados con sabiduría. Se ha comprobado, a través de estudios sociológicos, que los hijos de padres que asisten a la iglesia se desarrollan mejor, tienen mejor conducta, autocontrol y son más cooperadores.
Cuando la presencia de Dios es ignorada en un hogar, a la menor dificultad, hay discusiones, gritos, insultos, entonces Dios se va al último cuarto. El es sinónimo de amor, paz y armonía. La pareja que tiene los dones espirituales de Dios, tiene autodominio, tiene templanza, tiene paciencia y sobretodo tiene amor, el cual cubre todas las faltas. Con el amor de Dios, hay comprensión y tolerancia. Podrán tener diferencia de opiniones, pero éstas se resolverán, hasta llegar a un acuerdo y no habrá el deseo de reñir y menos de insultarse.
El hombre y la mujer cristianos, unidos en pareja, saben cuál es su rol dentro del matrimonio. Muchos matrimonios fracasan actualmente a causa de que alguno de los dos, o los dos, se salen de su rol o quieren dominar al otro. En el matrimonio, ambos tienen los mismos derechos, pero cada uno tiene obligaciones diferentes. En estos tiempos, la mujer se ha salido un poco de su rol, al trabajar a la par que el hombre, dejando a los hijos al cuidado de manos ajenas. En muchos casos, debido a la situación económica, esto es necesario, lamentablemente. Las estadísticas mundiales, muestran el incremento de divorcios que se ha producido, desde que esto ocurre. Esto dice mucho. Pero si las parejas, en donde tienen que trabajar los dos, tienen a esa tercera presencia en casa, estarán confiados y su matrimonio se mantendrá firme.
Nadie puede decir que una pareja cristiana no va a tener problemas en su matrimonio, los tendrá, pero con el Señor sentado a la cabecera de la mesa, todas sus comidas les sabrán a gloria. No habrá invitado más leal, discreto, respetuoso y dispuesto a ayudarlos que El.
"Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia". Hechos 2:28
Angélica García Sch.
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