ABUELITA FELIZ
ABUELITA FELIZ
Hna. Judith Patiño N.
Dios nos permite pasar por diferentes etapas en nuestra vida, conforme a Su gracia y misericordia. Estas podrían resumirse en estas pocas, pero significativas palabras: Nacer, crecer, reproducirse, morir y resucitar. Recuerde que hay una promesa de vida eterna para los que somos hijos de Dios, es por eso que incluimos la hermosa etapa de la resurrección hacia nuestra inimaginable vida celestial en el reino de Dios. ¡No nos la vamos a creer! Dirían los jóvenes.
Pero permítanme, queridos lectores, compartir con ustedes la nueva etapa que desde hace dos meses y quince días comencé a vivir: ¡Ya soy la feliz abuelita de una hermosa y saludable bebita! Me siento muy agradecida con nuestro Padre celestial por su advenimiento y recomiendo esta experiencias con creces.
Había pensado que mi vida era apacible y que prácticamente mi corazón ya no esperaba algo tan bonito y agradable como es la llegada de un ser tan pequeñito, tan indefenso como un bebé. Me siento como si algo muy bueno me hubiera pasado; mejor que un viaje, un premio o un ascenso laboral. Esta pequeñita ocupa mi día y llena muchos de mis pensamientos. Le pido al Señor me conserve la vida para verla crecer, gozar de su compañía y mostrarle el camino de Dios, junto con sus papás. Esta nietecita es una muestra de la inmensa gracia y misericordia de Dios. A sus papás y a mí nos encanta observarla y nos parece un regalo de Dios para nuestra familia.
Me habían dicho Me habían dicho que los nietos se quieren de una forma distinta a la de los hijos y yo lo he comprobado. La quiero muchísimo, pero con amor de abuelita.
Tal vez se pregunten porqué les estoy contando esto. Pues a lo mejor, es un caballero el que está leyendo este artículo, una joven soltera, una apurada ama de casa o simplemente alguien que no tiene que ver nada con nietos, nietas, y abuelitas consentidoras, por el momento. Al punto al que quiero llegar es, de que si la llegada de un bebé cambia la vida, imagínate el impacto que causará la llegada de Jesús a tu vida, a tu corazón, a tu familia. Si sientes que ya tu vida se ve como descolorida, por tantas lágrimas que has derramado, déjame decirte que Cristo es como la inyección de vida que te está haciendo falta.
Tal vez necesitas algún acontecimiento grandioso o una buena racha que borre la fatiga que te causa tu trabajo, cuando lo que quisieras es quedarte en casa y no salir al calor de la tarde. Amigo, permíteme decirte que el recibir a Jesucristo como tu Salvador personal no se compara a nada de este mundo. El es la fuente de agua fresca que te permite vivir, no solo sobrevivir, aunque afuera hierva el pavimento por las inclemencias del descuidado medio ambiente. Convertirte en amigo de Jesucristo, leyendo poco a poco Sus Palabras, te ayudará a no sentirte solo y a desechar el pensamiento de que no le importas a nadie. A Jesús sí le importamos porque Su Padre nos creó y El quiere sustentarnos como obra de Sus manos. Si mi nieta trajo una grandísima felicidad a mi vida, el hecho de que Jesús haya descendido de los cielos para morar con los que lo invitan a dirigir su vida, no tiene palabras que puedan describirlo. Conocer a Cristo es lo mejor que puede pasarnos. Su Presencia en nuestra alma, cuerpo y espíritu es consoladora, perdonadora, sanadora, ¡formidable! En fin, podría seguir describiéndola con mil palabras y ni así lograría hacerlo como se merece.
Diferentes etapas en el transcurso de la vida te esperan, cada una de ellas con sus propias características y bendiciones. ¡Disfrútalas!
Bendiciones. Su amiga, Judith
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