Monday, November 06, 2006

LLAMANDO LA ATENCION DE DIOS




Pensando seriamente en un tema para este artículo, el Señor me llevó a recordar una reflexión que nos dieron a profesores y maestros del Instituto Canzión, no hace mucho. Se hablaba sobre personas que han llamado la atención de Dios. ¿Cómo es posible? ¿Se podrá llamar la atención del mismísimo Dios? Tal vez ustedes, amables lectores, también se hicieron estas preguntas, pero sí se puede lograr. Para "checar el dato", vayámonos a la Biblia y analicemos cuatro características comunes a estas personas que fueron capaces de llamar la atención del Alto y Sublime.
Primera: Eran gente común y corriente. Es más, eran más corrientes que nada. Para ilustrar esta característica tenemos al ciego de Jericó, en Lucas 18:35 al 43. Este ciego carecía aun de algo tan valioso como lo es el sentido de la vista. Era tan solo un pordiosero, sentado junto al camino. Marcos nos dice que se llamaba Bartimeo. Era bastante común y corriente y para colmo, limitado físicamente, pues en esos tiempos bíblicos se prestaba muy poca atención a los invidentes.
En la Biblia también se hace mención de una viuda muy pobre, que echó dos insignificantes monedas de cobre en el arca de las ofrendas. El ser viuda en la época bíblica era hablar de tristeza y desolación, como se menciona en Lamentaciones 1:1. Las viudas llevaban ropa especial, la cual hacía resaltar su viudez. Aunque la legislación hebrea las defendía, Jesús acusó a los escribas de quitarles sus casas a las viudas, en Marcos 12:40. En fin, esta viuda era una persona señalada y desprotegida.
La segunda característica de quienes lograron llamar la atención divina, es: No contaban con recursos económicos. Bartimeo, pedía dinero, la viuda dio todo lo que tenía, lo cual se reducía a dos monedas de diez centavos, de nuestros tiempos. Otro ejemplo podría ser la mujer que llevaba doce años padeciendo flujo de sangre, la cual había gastado en médicos todo lo que tenía, según se describe en Lucas 8:43-48. Se había quedado pobre y además estaba considerada inmunda, como estipula Levítico 15:25, a causa de su enfermedad. ¿Qué podía hacer esa mujer? Al parecer, era un caso perdido.
La tercera característica del tema en cuestión es: ¡Eran personas apasionadas! Tal vez te sorprenda esto, pero se necesitaba una pasión por Dios y por Jesucristo para atreverse a hacer lo que tal vez les costara la vida. Bartimeo le gritó al Maestro:" ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!" El gentío que precedía a Jesús le ordenó que se callara, pero no les hizo caso y siguió gritando. Cuando Jesús llegó a ese lugar, se detuvo y ordenó que le trajeran al ciego. ¡Jesús se detuvo! ¡Esto es maravilloso! Jesús nunca desatenderá el grito, el ruego de alguien que clama con todo su ser al Rey de Reyes. La viuda pobre sabía que iba a ser criticada y menospreciada a causa de su ofrenda tan pequeña, mas ella pasó por alto eso y dio su corazón junto con las monedas, sabiendo que Dios supliría todas sus necesidades. Viuda pobre, pero con una pasión por agradar a su Marido, con lo único que podía ofrecerle. La mujer del flujo de sangre tenía bien claro en su mente que el tratar de tocar el borde del manto de Jesús, podría acarrearle la muerte. Sin fuerzas y enferma, trataba de abrirse paso entre la multitud y además corría el peligro de ser apedreada por no haberse mantenido alejada de las personas, a causa de su enfermedad. Pero estos obstáculos no fueron un impedimento para la débil mujer y recibió estas dulces palabras de Jesús: "Hija- le dijo El- tu fe te ha salvado; ve en paz."
La última característica de estas personas tan especiales, es ésta: Le creyeron a Dios. Esto es claro y sencillo de entender. Si las personas que mencioné, que solo fueron algunas, de tantas que hay en los relatos bíblicos, no hubieran tenido fe en Dios y en Su Hijo Jesucristo, los milagros no se hubieran llevado a cabo, porque sin fe, es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6) Todos ellos le creyeron a Dios, tuvieron confianza en Su poder, amor y misericordia. Simplemente, creyeron en Dios, en Jesús.
Amigos(as), ustedes también pueden ser parte de las personas que son capaces de hacer que Jesús se detenga para oir su clamor, para atender su necesidad, para otorgarles sanidad. No piensen que ustedes no califican para atraer la atención de Dios. Si ustedes tienen estas pocas características, puede haber otras, pero si ustedes encajan en este patrón, ¡ya la hicieron! Nadie es tan común, tan corriente, tan pobre, ni está tan enfermo, como para que Dios no lo escuche. Sigamos orando con fe y veremos Sus incontables misericordias. ¡Ah! y si no tienen fe, pídansela a Jesús, su autor y consumador. ¡Bendiciones!

Judith Patiño

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