PARA SERVIRTE
Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. Mateo 22: 14
En estos dos meses, Mayo y Junio, se celebra el Día del Ministerio Cristiano y el Día del Pastor, y la verdad es que no todos sabemos reconocer a los que trabajan en la obra del Señor. A la gente le gusta juzgar a los siervos de Dios y cuestionar su trabajo, sin ponerse a pensar que todos los cristianos hemos sido llamados por Dios a la obra, pero que solo pocos han aceptado el reto de servirle, y por eso son "los escogidos". Ellos han estado dispuestos a dejar sus asuntos, por los asuntos de Dios, de una manera total o parcial, y están a Su servicio; y quizás no sean las mejores personas, ni las más capacitadas, pero son las que quieren hacer el trabajo. Y a veces se cuela entre los buenos, alguno malo (no para hacer las cosas, sino de malos sentimientos), el Señor será el que se encargue de sacarlo del ministerio, y no nosotros. Pues es Dios, el que pone y el que quita (Daniel 2:21).
Por otro lado, hay gente que se queja de que en las iglesias siempre son los mismos los que dirigen, predican o tienen un cargo dentro de la iglesia; pero no se dan cuenta de que son los que están dispuestos. Cada año, no sé si en todas las iglesias, pero al menos en la mía sí, nos damos cuenta de eso, al trabajar en la comisión de candidatura, que es la que propone a las personas para los cargos de la iglesia, que formarán la Junta de Administradores. Los hermanos tienen que llenar ciertos requisitos, que demuestran su amor a Dios y fidelidad a la Casa de Señor, y de una lista enorme de miembros, después de este filtro, queda reducida a una mediana, la cual se hace más pequeña a la hora de preguntarles, si quieren aceptar el puesto; porque muchos de los que sí podrían, simplemente no quieren. La excusa claro está, no es que no quieren servir a Dios, eso se vería muy mal; pretextan otras cosas, como: no tengo tiempo, tengo mucho trabajo, mi familia, estoy enfermo, o simplemente no sé cómo hacer el trabajo. Excusas válidas, pero a fin de cuentas, son pretextos, porque el que quiere, puede. Si realmente quisieran servir a Dios, dejarían a un lado todo y se pondrían en Sus manos, para que El los capacitara, multiplicara su tiempo, los sanara o supliera cualquier necesidad que los detuviese.
Hay un parábola en Mateo 22: 1-14, que podemos aplicar a esto. Dice que un rey hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, a decirles lo que les daría si asistían, pero no quisieron aceptar la invitación, prefirieron irse a sus negocios; y otros, insultaron y mataron a los siervos del rey. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, los destruyó. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas están preparadas; pero los convidados no eran dignos, vayan por los caminos, y llamad a cuantos halléis. Y así lo hicieron y juntaron a todos los que hallaron, y fueron muchos, pero buenos y malos. Y cuando entró el rey, vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda, y lo sacó y castigó.
Nadie quiere asustarte, para que ayudes en tu iglesia, ni mucho menos forzarte a hacer algo que no quieres, ni tampoco hacer que reconozcas o premies el trabajo de los líderes de tu iglesia, aunque la Biblia nos exhorta a hacerlo (1 Tesalonicenses 5:12). Lo que pretendo decirte, es que tú has sido invitado por Dios para servirle, que eres uno de esos muchos llamados, y que sólo serás escogido, si tú lo quieres. Y aunque los valores como la obediencia, responsabilidad y compromiso son buenos para servir a Dios y tener un ministerio productivo, se necesita más que eso, se necesita amor y disposición, porque mientras no anheles servirle y te interesen los asuntos de Dios, más que los tuyos, estarás anclado y muy poco podrás hacer por la obra de Dios.
Algunos líderes de la Biblia tuvieron sus limitaciones humanas: Moisés no sabía hablar muy bien al principio; las mujeres, estaban limitadas por la cultura; Pedro, era ignorante y corajudo, y Pablo, por su forma de hablar, era legalista y muy intransigente, y podríamos hablar de otros, pero creo que con esos nos basta para darnos cuenta, de que no necesitas ser un derroche de virtudes para serle útil a Dios. El quiere que hagamos equipo con El, no te preocupes por lo que no sabes o no puedes, pues para Dios nada es imposible, y El puede usar, al que se quiera dejar usar. Nuestras capacidades, talentos o conocimientos no son tan necesarios, pues lo que no podamos hacer, Dios lo hará, nos mandará ayuda o simplemente nos capacitará para hacerlo. Pues nosotros, solo somos instrumentos en manos de Dios; El es el que hace la obra.
Los motivos que necesitas para servirle, deben ser: el amor y el agradecimiento. Existen más buenos motivos, y algunos hasta por malos motivos predican (Filipenses 1: 15-18), pero no te preocupes, porque lo mejor, es que Cristo es anunciado, y Su Palabra no vuelve vacía (Isaías 55:11).
Quizás algunos pensarán que tú no eres el mejor para el trabajo del Señor, y probablemente, si tu nombre apareciera en un lista de candidatos, no ganarías; pero no tienes que tener un título para servir a Dios, no necesitas público para hacerlo, solo necesitas estar dispuesto. El quiere saber que cuenta contigo, por eso, si te invitan a hacer algo para Dios, piénsalo, pues aunque no lo creas, es a El a quien le estás negando la oportunidad de usarte para el engrandecimiento de Su Obra, y si no quieres hacerlo, cuando menos, dale gracias a Dios, por los que sí quieren.
Marisa Valle
En estos dos meses, Mayo y Junio, se celebra el Día del Ministerio Cristiano y el Día del Pastor, y la verdad es que no todos sabemos reconocer a los que trabajan en la obra del Señor. A la gente le gusta juzgar a los siervos de Dios y cuestionar su trabajo, sin ponerse a pensar que todos los cristianos hemos sido llamados por Dios a la obra, pero que solo pocos han aceptado el reto de servirle, y por eso son "los escogidos". Ellos han estado dispuestos a dejar sus asuntos, por los asuntos de Dios, de una manera total o parcial, y están a Su servicio; y quizás no sean las mejores personas, ni las más capacitadas, pero son las que quieren hacer el trabajo. Y a veces se cuela entre los buenos, alguno malo (no para hacer las cosas, sino de malos sentimientos), el Señor será el que se encargue de sacarlo del ministerio, y no nosotros. Pues es Dios, el que pone y el que quita (Daniel 2:21).
Por otro lado, hay gente que se queja de que en las iglesias siempre son los mismos los que dirigen, predican o tienen un cargo dentro de la iglesia; pero no se dan cuenta de que son los que están dispuestos. Cada año, no sé si en todas las iglesias, pero al menos en la mía sí, nos damos cuenta de eso, al trabajar en la comisión de candidatura, que es la que propone a las personas para los cargos de la iglesia, que formarán la Junta de Administradores. Los hermanos tienen que llenar ciertos requisitos, que demuestran su amor a Dios y fidelidad a la Casa de Señor, y de una lista enorme de miembros, después de este filtro, queda reducida a una mediana, la cual se hace más pequeña a la hora de preguntarles, si quieren aceptar el puesto; porque muchos de los que sí podrían, simplemente no quieren. La excusa claro está, no es que no quieren servir a Dios, eso se vería muy mal; pretextan otras cosas, como: no tengo tiempo, tengo mucho trabajo, mi familia, estoy enfermo, o simplemente no sé cómo hacer el trabajo. Excusas válidas, pero a fin de cuentas, son pretextos, porque el que quiere, puede. Si realmente quisieran servir a Dios, dejarían a un lado todo y se pondrían en Sus manos, para que El los capacitara, multiplicara su tiempo, los sanara o supliera cualquier necesidad que los detuviese.
Hay un parábola en Mateo 22: 1-14, que podemos aplicar a esto. Dice que un rey hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, a decirles lo que les daría si asistían, pero no quisieron aceptar la invitación, prefirieron irse a sus negocios; y otros, insultaron y mataron a los siervos del rey. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, los destruyó. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas están preparadas; pero los convidados no eran dignos, vayan por los caminos, y llamad a cuantos halléis. Y así lo hicieron y juntaron a todos los que hallaron, y fueron muchos, pero buenos y malos. Y cuando entró el rey, vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda, y lo sacó y castigó.
Nadie quiere asustarte, para que ayudes en tu iglesia, ni mucho menos forzarte a hacer algo que no quieres, ni tampoco hacer que reconozcas o premies el trabajo de los líderes de tu iglesia, aunque la Biblia nos exhorta a hacerlo (1 Tesalonicenses 5:12). Lo que pretendo decirte, es que tú has sido invitado por Dios para servirle, que eres uno de esos muchos llamados, y que sólo serás escogido, si tú lo quieres. Y aunque los valores como la obediencia, responsabilidad y compromiso son buenos para servir a Dios y tener un ministerio productivo, se necesita más que eso, se necesita amor y disposición, porque mientras no anheles servirle y te interesen los asuntos de Dios, más que los tuyos, estarás anclado y muy poco podrás hacer por la obra de Dios.
Algunos líderes de la Biblia tuvieron sus limitaciones humanas: Moisés no sabía hablar muy bien al principio; las mujeres, estaban limitadas por la cultura; Pedro, era ignorante y corajudo, y Pablo, por su forma de hablar, era legalista y muy intransigente, y podríamos hablar de otros, pero creo que con esos nos basta para darnos cuenta, de que no necesitas ser un derroche de virtudes para serle útil a Dios. El quiere que hagamos equipo con El, no te preocupes por lo que no sabes o no puedes, pues para Dios nada es imposible, y El puede usar, al que se quiera dejar usar. Nuestras capacidades, talentos o conocimientos no son tan necesarios, pues lo que no podamos hacer, Dios lo hará, nos mandará ayuda o simplemente nos capacitará para hacerlo. Pues nosotros, solo somos instrumentos en manos de Dios; El es el que hace la obra.
Los motivos que necesitas para servirle, deben ser: el amor y el agradecimiento. Existen más buenos motivos, y algunos hasta por malos motivos predican (Filipenses 1: 15-18), pero no te preocupes, porque lo mejor, es que Cristo es anunciado, y Su Palabra no vuelve vacía (Isaías 55:11).
Quizás algunos pensarán que tú no eres el mejor para el trabajo del Señor, y probablemente, si tu nombre apareciera en un lista de candidatos, no ganarías; pero no tienes que tener un título para servir a Dios, no necesitas público para hacerlo, solo necesitas estar dispuesto. El quiere saber que cuenta contigo, por eso, si te invitan a hacer algo para Dios, piénsalo, pues aunque no lo creas, es a El a quien le estás negando la oportunidad de usarte para el engrandecimiento de Su Obra, y si no quieres hacerlo, cuando menos, dale gracias a Dios, por los que sí quieren.
Marisa Valle
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