CARTA A UNA HIJA PROXIMA A CASARSE
Aun recuerdo cuanto te vi por primera vez y te tuve en mis brazos. Sentí la necesidad de esforzarme más para darte lo mejor. Creciste tan rápido, y cuando menos lo pensaba, me dijiste que planeabas casarte.
Quiero decirte que con el tiempo he aprendido a ser feliz, haciendo felices a mis hijos, y he tratado de heredarles lo mejor de mí y trascender en ustedes, enseñándoles valores, principios, hábitos y conceptos propios de un hogar estable y del amor conyugal responsable.
Se necesita mucho valor para casarse, pues en la época en que vivimos, la mayoría de los jóvenes considera obsoleto el matrimonio, y hacen un desastre con sus vidas. Dios ordenó el matrimonio para la relación de pareja. El matrimonio es un pacto de amor eterno, un compromiso. Así que si tu decisión es casarte, adelante con tus planes, haz elegido bien.
Al casarte descubrirás al ser humano adulto que existe dentro de ti. El matrimonio es una aventura extraordinaria hacia el crecimiento. Todos estamos llamados a la madurez. Acuérdate que quien deja de madurar, deja de crecer, y quien deja de crecer comienza a envejecer. La madurez se logra mediante nuestras decisiones, asumiendo nuestras responsabilidades.
Necesitas saber que habrá un periodo de adaptación, que será largo, difícil y doloroso; a veces pasan los años y no terminamos de aprender a convivir con la pareja, pero la vida es un aprendizaje. Será complejo, pero valdrá la pena, porque cuando el mundo se te venga encima y te sientas derrotada, sabrás que cuentas con alguien que tiene los brazos abiertos para ti, que te ama y que le duele tu tristeza. El estará a tu lado, no importa los giros que de la vida.
Sufrirás cuando llegue tarde a casa, lo esperarás ansiosa, se te irá el sueño y estarás pendiente de todo lo suyo, pero él también de ti. Si alguna vez te sientes poco bonita, mírate al espejo, y sonríe, acuérdate de Proverbios 15:13 y te sentirás hermosa.
Cuando el trabajo de la casa te agobie, cuando vengan los hijos y te falten al respeto, cuando todo te parezca mal y tus planes se deshagan, apóyate en tu esposo, busca su mano y te sentirás fuerte. Hazlo tu amigo y en su pecho podrás llorar abiertamente, sin temor, ni vergüenza. Compartan el dolor, pero también los triunfos, los logros, la felicidad. Consideren las fechas importantes y gócense al ver a sus hijos crecer, si el Señor se los concede.
Cada noche al apagar la luz, en tu cama tendrás compañía, un abrazo y al calor de su presencia podrás descansar tranquila.
El matrimonio es el reto más difícil de la vida, pero Dios nos hizo para vivir en pareja; la mujer salió de la costilla del hombre, no de sus pies para ser pisoteada, ni de su cabeza para enseñorearse de él, sino del lado de su corazón, para ser amada y cerca de su brazo, para sentirte protegida.
Te amo tanto y le ruego a Dios te dé sabiduría para sobrellevar el hogar que planeas formar.
Bendiciones de tu mamá.
Quiero decirte que con el tiempo he aprendido a ser feliz, haciendo felices a mis hijos, y he tratado de heredarles lo mejor de mí y trascender en ustedes, enseñándoles valores, principios, hábitos y conceptos propios de un hogar estable y del amor conyugal responsable.
Se necesita mucho valor para casarse, pues en la época en que vivimos, la mayoría de los jóvenes considera obsoleto el matrimonio, y hacen un desastre con sus vidas. Dios ordenó el matrimonio para la relación de pareja. El matrimonio es un pacto de amor eterno, un compromiso. Así que si tu decisión es casarte, adelante con tus planes, haz elegido bien.
Al casarte descubrirás al ser humano adulto que existe dentro de ti. El matrimonio es una aventura extraordinaria hacia el crecimiento. Todos estamos llamados a la madurez. Acuérdate que quien deja de madurar, deja de crecer, y quien deja de crecer comienza a envejecer. La madurez se logra mediante nuestras decisiones, asumiendo nuestras responsabilidades.
Necesitas saber que habrá un periodo de adaptación, que será largo, difícil y doloroso; a veces pasan los años y no terminamos de aprender a convivir con la pareja, pero la vida es un aprendizaje. Será complejo, pero valdrá la pena, porque cuando el mundo se te venga encima y te sientas derrotada, sabrás que cuentas con alguien que tiene los brazos abiertos para ti, que te ama y que le duele tu tristeza. El estará a tu lado, no importa los giros que de la vida.
Sufrirás cuando llegue tarde a casa, lo esperarás ansiosa, se te irá el sueño y estarás pendiente de todo lo suyo, pero él también de ti. Si alguna vez te sientes poco bonita, mírate al espejo, y sonríe, acuérdate de Proverbios 15:13 y te sentirás hermosa.
Cuando el trabajo de la casa te agobie, cuando vengan los hijos y te falten al respeto, cuando todo te parezca mal y tus planes se deshagan, apóyate en tu esposo, busca su mano y te sentirás fuerte. Hazlo tu amigo y en su pecho podrás llorar abiertamente, sin temor, ni vergüenza. Compartan el dolor, pero también los triunfos, los logros, la felicidad. Consideren las fechas importantes y gócense al ver a sus hijos crecer, si el Señor se los concede.
Cada noche al apagar la luz, en tu cama tendrás compañía, un abrazo y al calor de su presencia podrás descansar tranquila.
El matrimonio es el reto más difícil de la vida, pero Dios nos hizo para vivir en pareja; la mujer salió de la costilla del hombre, no de sus pies para ser pisoteada, ni de su cabeza para enseñorearse de él, sino del lado de su corazón, para ser amada y cerca de su brazo, para sentirte protegida.
Te amo tanto y le ruego a Dios te dé sabiduría para sobrellevar el hogar que planeas formar.
Bendiciones de tu mamá.
Martha Mercado.
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