Monday, July 09, 2007

ORO POR TI Y POR MI


Cuando nos ponemos a leer y meditar todo lo que el Señor Jesucristo hizo por nosotros, es incomprensible para nuestra mente finita la grandeza de su amor, por quienes habíamos de creer en El como Dios humanado, como El Salvador,, Rey de reyes, Señor de señores, a quien se debe adorar y servir con un corazón humillado y agradecido.
Jesucristo cumplió todo lo que de El estaba escrito en las Sagradas Escrituras. A veces me pongo a pensar que privilegio tan grande fue concedido a quienes le pudieron ver personalmente, escuchar su voz claramente, cuando hablaba a las multitudes y cuando solo lo hacía con sus seguidores. Ser testigos de todos los milagros que El realizó, ver la autoridad que tenía sobre la naturaleza, cuando calmó la tormenta, cuando fue abierto el sepulcro que contenía el cuerpo de Lázaro, cuando se presentó en varias ocasiones como el Cristo resucitado. Y hoy día podemos ver maravillas en nuestra vida porque creemos en un Cristo vivo, Todopoderoso, en cuyo nombre podemos acercarnos hasta el trono de gracia de Dios Padre.
En el evangelio según S. Juan capítulo diecisiete encontramos una preciosa oración del Señor Jesús a favor nuestro. En ella aprendemos que el mundo es un tremendo campo de batalla donde las fuerzas bajo el mando de Satanás y las que están bajo la autoridad de Dios están en guerra. El enemigo de nuestras almas y su séquito tienen un amargo odio hacia Cristo y sus seguidores; por eso nuestro Salvador, el Señor Jesús, oró por ti y por mí. ¿No es maravilloso? Sus palabras fueron: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos."
Oró pidiendo unidad, protección del mal y santidad. Saber que Jesús oró por nosotros nos debe dar confianza para hacer la obra a favor del Reino de Dios, porque tenemos el llamado para ser luz y sal de la tierra. Tenemos la autoridad por medio de Cristo para ser vencedores sobre el mal, teniendo presente que nuestro gran enemigo lanza sus dardos sobre nosotros para que entremos en desobediencia, tratando de apartándonos del Camino, de la Verdad y la Vida.
Por lo tanto debemos orar unos por otros, edificándonos en amor, trabajando juntos en humildad, dando tiempo, dinero y esfuerzo a favor del Reino. Exaltando a Cristo y rehusando desviarse con discusiones sobre asuntos que provoquen división. El Señor Jesús oró pidiendo unidad entre los creyentes basada en la unión de El con el Padre, para poder ser un pueblo victorioso y fructífero, apartado de toda clase de pecado. Cuando por alguna circunstancia caemos en pecado, el Espíritu Santo nos redarguye y recuerda que abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo, quién apartó un tiempo muy especial para orar por nosotros, dándonos total seguridad de que no estamos solos en ningún momento o circunstancia. Por lo tanto, agradezcamos diariamente la grandeza de Su amor y procuremos ser fieles a quien nos ha amado tanto que dejó Su trono y dio Su vida, por ti y por mí.

Landy Q. de Ortiz

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